Este fin de semana he aprovechado mi estancia en Jimena para hacer un raid en todoterrerno por los montes cercanos a San Pablo. Era un regalo a mi padre que ha cumplido 95 años (él dice que ya está metido en 96). Lo hemos llevado al sitio donde nació. La casa ya no existe. Sólo quedan restos de las tejas bajo la sombra de un viejo algarrobo.Y allí se emocionó recordando a sus padres.
Me cuenta que bajó al pueblo por primera vez a los tres años de edad. Lo trajo un vecino al que apodaban "El Pelúo". Se encargaba de recolectar madera para el horno de pan de San Pablo. En este caso ayudó a mis abuelos a realizar la mudanza.
Por estos lugares tengo que volver otra vez. Pero caminando, que es como a mí me gusta.
Al atardecer, me ha vuelto a maravillar este entorno jimenato y sampableño. Hay que vivir esos momentos en los que, allí en lo más alto, puedas contemplar como cae la noche.
A mis espaldas, lo más abrupto del monte; al frente, el verde valle del Guadiaro con sus naranjales y las pinceladas blancas de las casas del pueblo; a la izquierda, la inmensa mole de las sierras malagueñas Crestellina y Bermeja; a la derecha, desparramada sobre su cerro, Jimena...
Amigo Paco tu relato ... !magnífico! como siempre. Por un momento me he visto inmerso en lo que describes. Me alegra mucho ver a tu padre con sus años pero muy bien llevados. Yo le recuerdo joven y vestido de guardia civil charlando con mi hermana y mi cuñado sebastian en Cádiz.
ResponderEliminarUn abrazo Currini