Playa del Castillo y Punta del Boquerón

En mi última visita a La Caleta gaditana, fotografié unas vuelvepiedras.Al buscar su nombre científico en internet, me entero, que hace unos pocos días, tuvo lugar la presentación de una guía de aves marinas y acuáticas de la Bahía de Cádiz.Dicho libro está a disposición, del que esté interesado, en el Centro de Visitantes del P.N. de la Bahía de  Cádiz, sito en S. Fernando, en las cercanías de la Playa de Camposoto. El número de ejemplares es limitado, así que...
En el citado lugar, me atendieron con mucha amabilidad y decliné, para otro día, la invitación a visitar sus instalaciones.


Yo tenía en mente, para este día, cambiar de playa (en realidad es una continuidad de la  Playa de Torregorda, de la que soy asiduo). Así que, me puse a caminar por el sendero  que lleva hasta la Punta del Boquerón. Hacía bastante calor, pero como sabía que la playa estaba cerquita, siempre tenía la posibilidad de darme un chapuzón.

El camino discurre entre entre las marismas y las dunas de la Playa del Castillo. Termina en la Batería  de Urrutia, vestigio de la guerra contra Napoleón. La distancia es de unos 2,5 km. hasta la batería.Dificultad baja.

 Se endurece, porque este año tiene bastante arena suelta y hace muy lento al caminar. He  venido otras veces en bici y el terreno estaba más duro. Pero como estamos en una zona de dunas, esto cambia de un día para otro.

Durante  un rato, esta urraca, planeo delante mía. Es un córvido parecido al arrendajo, pero con la cola más larga.El pico es robusto y de color negro, al igual que el color de sus ojos, lo que los hace difíciles de apreciar, salvo en distancias cortas.Su dieta es omnívora, es decir, come de todo, incluso carroña, aunque preferentemente se basa en pequeños insectos. También tiene costumbre de ocultar alimentos sobrantes en agujeros y grietas de los árboles. Como nota negativa, la urraca se ha ganado mala fama por alimentarse de huevos de otras especies.

 

A pesar de la sequedad, algunas plantas sacan sus colores.

A la altura del primer búnker, me desvié hacia la Playa del Castillo. El islote de Sancti-Petri queda ya cerca.

En tiempos de los fenicios se edificó un gran templo dedicado a dios Melkart. Los navegantes ofrecían presentes para procurar o agradecer los éxitos de sus viajes.
Más tarde, los romanos edificaron un templo dedicado a Hércules. Alcanzó su apogeo en tiempos de Trajano.
A  partir del siglo IV su esplendor decae hasta desaparecer con los visigodos. Durante el periodo árabe fue totalmente destruido.
En el siglo XIII se levantó un faro y un castillo. Pero no es hasta finales del siglo XVII, cuando adquieren las actuales características constructivas.
Actualmente el castillo ha sido catalogado como Bien de Interés Cultural.

Seguí caminando hasta el final de la flecha de  arena. Allí encontré una tranquila playa. Aquí no aguanté más y me lancé a sus transparentes aguas.

Caño Sancti-Petri

Después de reponer fuerzas, continué  bordeando el Caño. Mi intención era llegar a las fortificaciones militares de la época napoleónica. Fueron un obstáculo infranqueable para los franceses.

Batería de Urrutia (XVIII). Detalle de los merlones en los que se situaba la artillería.

En esta zona se situaron otras dos baterías: Aspiroz y San Genís (desaparecida bajo las dunas cercanas)

Vista del Caño de Sancti-Petri desde uno de los merlones.

Interior del recinto

De la estructura destacan  los pilares, que formaban  su perímetro, y su muralla

Pilares

Después de visitar estos lugares emprendí, el camino de vuelta, por la Playa del Castillo hasta las instalaciones playeras. Ducha, coche y a casa. No estuvo mal la mañana.