jueves, 26 de marzo de 2009

Llanos del Juncal

La ruta la iniciamos entre los puertos del Bujeo y del Cabrito. Cerca de Pelayo (Algeciras). Un autobús nos condujo por una estrecha carretera, a través de una urbanización, hacia una central eólica en Cerro Ahumada. El viento de Levante es aquí el rey. Soplaba de una manera exagerada cuando llegamos a las cercanías de los molinos. Las aspas de los gigantescos artilugios hubieran asustado al mismísimo D. Quijote.
Una espesa niebla cubría las zonas más altas.
El paseo se hizo más llevadero cuando nos adentramos entre los primeros alcornoques. La vegetación comienza a ser más espesa.
Los cerros que nos rodean aparecen y desaparecen entre las nubes que con gran velocidad llegan
del Estrecho. El sol forma islas luminosas .



















El camino serpentea entre los árboles. En estos primeros tramos aparecen algunos pinos, madroños, brezos... Incluso en las zonas más pedregosas crece una curiosa planta carnívora.




La drosofila El frío es cada vez más intenso. Hacemos un alto en el camino en un pequeño arroyo cuyas márgenes están cubiertas de rododendros.

En las zonas más altas, antes de llegar a las cumbres, la humedad que deposita el viento de Levante ha propiciado la existencia de un bosque (laurisilva) que en tiempos remotos ocupaba una gran extensión y que en la actualidad ocupa pequeños reductos. En la vegetación cabe destacar, entre otras, el rododendro, que en primavera,cuando florece, es un verdadero espectáculo, el roble africano, helechos, ombligo de Venus, cólquico, musgos , el líquen pulmonaria, rosal silvestre...


rododendro



musgo, polipodium y ombligo de Venus

















líquen pulmonaria.



Nuestro destino eran Los Llanos del Juncal, que alberga un pequeño bosque de rododendros, mezclados con quejigos enanos.
Después de una caminata por su interior y de comprobar lo original y lo importante de este enclave, descendemos de estos llanos y buscamos un lugar de descanso cerca del nacimiento del río Guadalmesí. Allí el frío es intenso.


El descenso entre helechos, quejigos y alcornoques (encontramos algunos troncos abatidos por un hongo que pone en peligro su existencia) hasta los molinos de viento es rápido. Nuestra satisfacción por conocer un lugar tan interesante es total. Nuestro deseo es que estos lugares sean respetados y que entre todos los protejamos.