El sábado por la noche, echándole un un vistazo a los blogs de senderismo que sigo, en este caso AL-SENDERO, veo que tienen la idea de hacer una ruta hacia la fortaleza de Cigonza (entre San José del Valle y Paterna). Decidí hacer lo mismo. Ya hacía tiempo que estuve por allí, recorriendo la Sierra del Valle. Además, no está muy lejos y la carretera está en perfecto estado.
A las ocho de la mañana ya estaba en camino. Hoy el día parecía que iba a estar soleado. Pero me encuentro con la sorpresa de una densa niebla que cubre la zona que intento visitar.
Llego a San José del Valle y dejo el coche en el inicio de la Cuesta de San Antonio, que coincide también con el inicio de la ruta a Cigonza.
Realmente esta es la única cuesta del día. Es una calle que ha surgido en plena cañada. Las casas no guardan un estilo más o menos parecido, son un verdadero galimatías. Algunas, de dudoso gusto ( pero ya sabemos que hay algo sobre el libro de los gustos).
Pero lo que llama la atención es el colorido y la variedad de sus jardines. Cualquier rincón es bueno para sembrar flores.
El camino sigue asfaltado unos cientos de metros después de que las edificaciones terminan.
La niebla, que empieza a desaparecer, solamente es visible por las faldas de la Sierra del Valle, deja unas bonitas vistas cuando se desplaza sobre el verde trigal.
Hace una mañana fantástica para caminar. Me cruzo con algunos vecinos, que se desplazan en ruidosas motos, portadoras de serones (son las sustitutas de los burros de otros tiempos). Todos saludan amablemente. Incluso un coche paró, ofreciéndose a trasladarme unos kilómetros.
Nigella damascena L.
La cañada cruza campos sembrados de trigo y más tarde, un enorme olivar de ejemplares jóvenes. El monte bajo y el arbolado aparece sobre la Sierra del Valle y sus laderas.
Unos enormes eucaliptos me indican que Gigonza ya está cerca. Un enorme buitre planea sobre el castillo.
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Saco fotografías del exterior del recinto y me quedo con las ganas de entrar. Un vecino me indica que es un poco complicado.
Me entretengo con los ruidosos grajos, que se encuentran construyendo sus nidos en los muros de la fortaleza.
Me indican que hace unos minutos estuvieron por aquí los componentes de un grupo senderista. Son de AL-SENDERO. No los diviso en la lejanía y retomo el camino tras sus pasos.
Nada más hacerlo, entablo conversación con unos vecinos. Al final me indican que son uno de los dueños del castillo y se ofrecen a enseñármelo cuando terminen unas gestiones que tenían que hacer. ¡Qué suerte he tenido! Me quedo un buen rato esperando, fotografiando paisajes y plantas, hasta que vuelven.
Aprovecho también para reponer fuerzas. Incluso aplico las enseñanzas de mi amigo, el jimenato Contreras, en la recolección de alcauciles silvestres (me indicó como pelarlos y degustarlos).
Desde la puerta principal se accede a una especie de porche y desde ahí a un gran patio. A la torre se accede por una doble escalera. Consta de dos plantas abovedadas en las que la voz se amplifica con enorme potencia. Una larguísima y estrecha escalera nos conduce hasta lo alto de la torre. Las vistas son espectaculares.
Algunos visitantes han dejado su sello desde hace bastantes años (1886)
Algunos visitantes han dejado su sello desde hace bastantes años (1886)
Medina y Paterna
La luminosidad del día, hace que nuestra vista se extienda por el horizonte más lejano. Varios pueblos aparecen ante nosotros. Sierra del Valle
Arcos de la Frontera
Sitio fortificado desde la Antigüedad, el castillo actual es de origen andalusí y de planta casi cuadrada de dos cuerpos. Sobre la estrecha y baja puerta, con un dintel con dos fuertes impostas, tiene una ventana en arco de herradura. El piso superior es de bóveda baída (formada por un hemisferio cortado por cuatro planos verticales y paralelos entre sí dos a dos).
La fortaleza tiene una cerca con patio de armas al que se accede a través de una puerta con arco de medio punto y escudo de las armas de la Casa de Arcos.
Me llamó la atención, desde lo alto de la torre, la existencia de un enorme palomar adosado al muro exterior. Al principio, cuando llegué, observé un vano en el muro. Saqué algunas fotos y me pareció que era algo parecido al palomar de la Breña (Barbate). Acerté.
En el exterior del recinto existen unos hermosos ejemplares de ombú.
Phytolacca dioica, el ombú o bellasombra, es una planta arborescente nativa de la Pampa argentina y uruguaya. Pese a su tronco grueso y su gran porte (alcanza una altura de 10 a 15 m, con una amplia copa y grandes raíces visibles) es discutido si es un árbol, un arbusto o una hierba gigante.
Al final de la visita, opté por volver por el mismo camino que vine y no continuar el sentido circular de la ruta (el horario se me había ido al traste y ya tenía un poco de prisa).
El cielo azul se fue cubriendo de espesas nubes blancas. El ambiente era bochornoso.
Iba a paso rápido, pero entretenido con el paisaje y las nubes
Me dio la impresión de que el día acabaría con lluvia (como así fue).