Primero estuvimos por la playa. Más tarde, nos trasladamos a la zona de Jarillo. Desde allí, al Palomar de la Breña.
Después de las lluvias, el pinar queda fantástico para caminar.
Tuve ocasión de fotografiar algo de la flora otoñal en ambos entornos.
Lobularia (Cruciferae)
Narcissus deficiens (Amaryllideceae)
Mandragora autumnalis (Solanaceae)
Polygonum equisetiforme ()
Diplotaxis (Cruciferae)
Río Conilete. Castilnovo. Conil de la Frontera
Breña de Barbate
La primera que encontré en el pinar fue esta orquídea. Se puede apreciar que el “spiralis” de su nombre científico se debe a la espiral que hacen las flores de su inflorescencia.
Esta bonita orquídea tiene la “peculiaridad” de que es la ultima en florecer de las que crecen en nuestro país, con ella se cierra la temporada de floraciones de orquídeas.
Malcolmia triloba (Cruciferae)
Verbascum sinuatum SCROPHULARIACEAE.
Urospermum picroides (Compositae)
Phytolacca dioica, e ombú o bellasombra, es una especie de una planta arborescente perteneciente a la familia Phytolaccaceae.
Lo curioso, es que aunque tenga porte de un árbol, es discutido si es un árbol, un arbusto o una hierba gigante. Su tallo, bastante húmedo y verde sin notorios anillos de corteza. La madera, esponjosa y blanda, contiene grandes cantidades de agua, lo que le permite sobrevivir en el entorno de escasas lluvias de la Pampa seca. Crece rápidamente, y es inmune a buena parte de los insectos que depredan las hojas gracias a su savia tóxica. Su nombre es una voz guaraní que significa sombra o bulto oscuro.
Es nativo de la zona mediterránea, en el sur de Europa y suroeste de Asia, está presente en España, sur de Francia, Italia, Grecia y Asia Menor.Es el árbol que identifica a la ciudad de Estambul.
Strelitzia reginae-Ave del paraíso. Tiene su origen en Suráfrica donde se encuentra de forma natural, aunque se cultivan en climas cálidos de todo el mundo. Produce flores de color naranja vivo y azules sentadas en una bráctea verde apuntada. Las flores están formadas por 3 sépalos naranjas brillantes y 3 pétalos de color azul brillantes
Jacaranda mimosifolia-Jacarandá (Bignoniáceas). Originaria de Sudamérica. El término Jacarandá, proviene de su nombre en guaraní, que significa fragante y mimosifolia deriva del latín, haciendo mención al parecido de sus hojas con el de las Mimosas.
Florece en primavera antes o durante la foliación, de color azul liláceo. A veces posee una 2° floración en febrero, marzo, en el hemisferio sur. En zonas de clima templado sigue florecido durante el otoño.
Fruto: en cápsula dehiscente, de forma plana u ondulada, parecido a las castañuelas; contiene gran cantidad de semillas aladas. Permanece en la planta todo el año.
Pertenece a las familias de las leguminosas. Su nombre científico es Erythrina Cristagalli.
Nacen agrupadas en las ramas verdes, es decir, las formadas en la temporada.Nacen de a una en una, dos o tres en las axilas de las hojas y están unidas a las ramas por un pedúnculo floral.
Estos racimos se asemejan a la cresta de un gallo, razón por la cual el naturalista Carlos Linneo le dio el nombre de Erythrina crista-galli (Ery -tro = rojo, crista galli = cresta de gallo). El pimpollo está cubierto por pétalos sedosos.
Es la flor nacional de Argentina
La Leyenda de la Flor del Ceibo
Según cuenta la leyenda la flor del ceibo nació cuando Anahí fue condenada a morir en la hoguera, después de un cruento combate entre su tribu y los guaraníes.
Por entre los árboles de la selva nativa corría Anahí. Conocía todos los rincones de la espesura, todos los pájaros que la poblaban, todas las flores. Amaba con pasión aquel suelo feraz, silvestre, que bañaban las aguas oscuras del río barroso. Y Anahí cantaba feliz en sus bosques, con una voz dulcísima, en tanto callaban los pájaros para escucharla. Subía al cielo la voz de la indiecita, y el rumor del río que iba a perderse en las islas hasta desembocar en el ancho estuario, la acompañaba. Nadie recordaba entonces que Anahí tenía un rostro poco agraciado, tanta era la belleza de su canto.
Pero un día resonó en la selva un rumor más violento que el del río, más poderoso que el de las cataratas que allá hacia el norte estremecían el aire. Retumbó en la espesura el ruido de las armas y hombres extraños de piel blanca remontaron las aguas y se internaron en la selva. La tribu de Anahí se defendió contra los invasores. Ella, junto a los suyos, luchó contra el más bravo.
Nadie hubiera sospechado tanta fiereza en su cuerpecito moreno, tan pequeño. Vio caer a sus seres queridos y esto le dio fuerzas para seguir luchando, para tratar de impedir que aquellos extranjeros se adueñaran de su selva, de sus pájaros, de su río.
Un día, en el momento en que Anahí se disponía a volver a su refugio, fue apresada por dos soldados enemigos. Inútiles fueron sus esfuerzos por librarse aunque era ágil. La llevaron al campamento y la ataron a un poste, para impedir que huyera. Pero Anahí, con maña natural, rompió sus ligaduras, y valiéndose de la oscuridad de la noche, logró dar muerte al centinela. Después intentó buscar un escondite entre sus árboles amados, pero no pudo llegar muy lejos. Sus enemigos la persiguieron y la pequeña Anahí volvió a caer en sus manos.
La juzgaron con severidad: Anahí, culpable de haber matado a un soldado, debía morir en la hoguera. Y la sentencia se cumplió. La indiecita fue atada a un árbol de anchas hojas y a sus pies apilaron leña, a la que dieron fuego. las llamas subieron rápidamente envolviendo el tronco del árbol y el frágil cuerpo de Anahí, que pareció también una roja llamarada.
Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó de pronto a cantar. Era como una invocación a su selva, a su tierra, a la que entregaba su corazón antes de morir. Su voz dulcísima estremeció a la noche, y la luz del nuevo día pareció responder a su llamado.
Con los primeros rayos del sol, se apagaron las llamas que envolvían Anahí. Entonces, los rudos soldados que la habían sentenciado quedaron mudos y paralizados. El cuerpo moreno de la indiecita se había transformado en un manojo de flores, rojas como las llamas que la envolvieron, hermosas como no había sido nunca la pequeña, maravillosas como su corazón apasionadamente enamorado de su tierra, adornando el árbol que la había sostenido.
Así nació el ceibo, la rara flor encarnada que ilumina los bosques de la mesopotamia argentina. La flor del ceibo que encarna el alma pura y altiva de una raza que ya no existe.
(En fin, empecé dando un paseo por Barbate, Cádiz, España y he terminado contando una leyenda relacionada con los guaraníes).
Fenomenal Paco: has cazado la Orquídea de Otoño. Es muy pequeñita pero un tio avispao como tu tenía que verla. Según los expertos están en regresión.
ResponderEliminarQué maravilla lo que expones en tan poco espacio.
ResponderEliminarGracias por compartirlo
Saludos
antonio