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Aprovechando una tregua en el temporal de lluvias que tenemos este mes, decidí realizar este pequeño, pero interesante paseo de 8 km. (contando ida y vuelta). Se inicia en el Fuerte de Cortadura, a la entrada de Cádiz. Todo el recorrido discurre a lo largo del cordón dunar. Son dunas fijas en su mayor parte y otras en formación. Unas barreras de madera son utilizadas para fijarlas, en parte, y para que no invadan la carretera que discurre paralela a las mismas. La distancia hasta la otra orilla de la bahía son mínimas. Con facilidad se unirían.
En nuestro recorrido encontraremos una zona sensible en la que todos los elementos están en equilibrio. Hubo un tiempo en que este lugar estaba invadido por casetas para el verano. Suponía un destrozo del medio natural. Menos mal que ahora se han tomado medidas (pasarelas de madera que lleva a la gente directamente a la playa sin pasar por las dunas). No obstante, algunos desaprensivos tiran basuras sin el menor miramiento.
El paseo lo podemos alternar caminando por la playa y acercarnos, con marea baja, a la zona rocosa. Observaremos numerosas pozas, pequeños hábitats llenos de vida, en los que blenios, cangrejos, camarones y otros pequeños seres encuentran refugio. Por la orilla también podemos encontrar esponjas, varios tipos de algas y caracolas ( murex). Hoy he tenido la suerte de encontrar, varadas en la orilla, ejemplares de las denominadas fragatas portuguesas (clique) (sus picaduras son peligrosas) con sus velas hinchadas que les sirven para desplazarse por los mares.
A lo largo de la playa encontraremos unos muros. Son restos de una calzada y de un acueducto romano que abastecía de agua a Gades. Parte de éste ha sido trasladado a unos jardines. Cuando estaba en la playa solía aparecer en verano con el movimiento de las mareas que lo dejaban al descubierto. Los muros han sido tragados por las dunas en gran parte.
Numerosas son las plantas que podemos encontrar. Destacan el barrón o amóphila de las dunas (fijan las dunas), el cardo marino y la azucena de mar. Estas dos últimas muestran su belleza en la época estival.
azucena de mar
El barrón fija las duna
cardo marino
El final del camino son unas pequeñas lagunas estacionales. Este año con tanta lluvia aparecen en todo su esplendor. En otras épocas aqui tenía su refugio un animal anfibio: el gallipato.
Cuando ya tomaba la dirección de vuelta, en las cercanías de El Chato, la casi única nube que había en el cielo descargó sobre mí. Me puse como una sopa (en fin, gajes de esta afición). Pero, a cambio, me regaló un precioso arco iris que se formó en la Bahía.
Desde este modesto rincón hago un llamamiento a los que visitan estos lugares (No tiren basuras, po favor) y a las autoridades, que inician unos proyectos y luego los abandonan (seguro que se pusieron los primeros para salir en la foto)
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