El Santo Prepucio y los anillos de Saturno
Según el rito judío a Jesús le extirparon el prepucio a los ocho días de su nacimiento. Este hecho anualmente se conmemora en la fiesta de la Circuncisión. El destino de dicho anillito de carne divina teologícamente encierra más de lo que pudiera parecer a primera vista. Es evidente que ese trocito de carne participaba como el resto del cuerpo del Señor de su carácter divino: era un trozo de Dios. Y dado que Dios es eterno, es imposible que un trozo de su cuerpo se consuma o se pudra. Si no existe se pudrió … y si existe ¿dónde está?. La cuestión que ha preocupado a los teólogos es si Jesús ascendió al cielo con prepucio o sin él, ¿o acaso ya estaba esperando en el cielo desde que lo cortaron? En ese caso debieron producirse dos ascensiones, la propiamente dicha y la del prepucio.
Aunque esto suene un chufla lo cierto es que en el siglo XVII, el erudito y teólogo católico griego León Alacio (1586-1669) escribió un ensayo titulado De Praeputio Domini nostri Jesu Christi Diatriba (Discusiones sobre el Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo) donde especulaba que el santo Pellejo Ascendió al cielo en el mismo momento de la Ascensión de Jesús y se convirtió en los anillos de Saturno, vistos por primera vez al telescopio en aquella época.
[Un día, al comulgar ...Comenzó a pensar en dónde estaría el prepucio. ¡Y estaba ahí! De repente sintió un pellejito, como una cáscara de huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas lo había tragado, de nuevo sintió en su lengua el dulce pellejo y, una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces .... Y le fue revelado que el prepucio había resucitado con el Señor el día de la Resurrección. Fue tan grande el dulzor cuando Agnes tragó el pellejo, que sintió una dulce transformación en todos sus miembros. Karlheinz Deschner, Historia Sexual del Cristianismo, Pág 130.]
En otra famosa visión, De Santa Catalina de Siena, A la sazón, patrona de los Astrónomos, se vio casada con Cristo y podéis imaginar cuál era la alianza matrimonial. Su confesor declaró que veía y la santa sentía constantemente el prepucio de Cristo en su dedo. Certifica la veracidad del caso el hecho de que después de la muerte de la santa, cuando el dedo se veneraba como reliquia, diversos devotos percibieron el Santo Prepucio inserto en él, seguía siendo aunque invisible para el común de los observadores. Ya se sabe, con San Pablo, Que el “Espíritu sopla donde quiere”.
Información extraída de De El Fraude de la Sábana Santa y las Reliquias de Cristo de Juan Eslava Galán.
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