El gaditano Balbo el Mayor mandó construir un acueducto para abastecer de agua a la Neapolis o ciudad nueva que levantó en el siglo I a. C., en el solar actualmente ocupado por los barrios de Santa María y el Pópulo.
Partía de los manantiales del Tempul (Algar) y llegaba a la ciudad tras un recorrido de más de 70 km. Algunos tramos discurrían sobre arcadas y muros, otros en una canalización cerrada, como el de Chiclana a Cádiz, sin apenas desnivel, por donde el agua podía discurrir sin perder presión. Estos tramos, de canalización cerrada, estaban compuestos por sillares de piedra, engastados entre si, con rebajes y salientes, perforados y ensamblados con mortero de cal.
Los restos, que en la actualidad están expuestos en la Plaza Blas Infante, proceden de la Playa de Cortadura.
Junto al tramo de acueducto que se expone en los jardines, encontraremos también una serie de tumbas.
Ese acueducto supuso acabar con el antiguo sistema fenicio de las cisternas. Se pudieron establecer nuevas relaciones con el territorio circundante.
Con la decadencia de la Cádiz Romana desaparece este acueducto. Se volverá al sistema de cisternas. Hasta la segunda mitad del siglo XIX no tendrá conducción de agua desde tierra firme.
El tramo del acueducto, situado en los jardines de Blas Infante, no hace mucho tiempo, estaba en la Playa de Cortadura.
Buscando en el cajón de los recuerdos, he encontrado unas pocas diapositivas. Las he escaneado. Muestran los sillares que a veces, las fuertes mareas, dejaban al descubierto.Son de un verano de la década de los setenta, del siglo pasado.
Al fondo, los últimos edificios de Cádiz y los muros del Fuerte de Cortadura.
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