Las encontré en un pastizal en Vejer, frente a Santa Lucía.
Es una planta tóxica, de la familia de las Solanáceas
Es propia de la región Mediterránea Occidental
Las mandrágoras son las plantas que poseen un mayor halo de superstición en la cultura europea, estando estrechamente ligadas a las prácticas de las magias blanca y negra, que alcanzaron su mayor apogeo en la Edad Media y el Renacimiento. Las civilizaciones mediterráneas atribuyeron a las mandrágoras supuestas propiedades mágicas, basadas tanto en su toxicidad como en la forma humanoide de sus raíces. Se consideraba incluso que quien extraía esas raíces moría a los pocos minutos, por lo que durante siglos se emplearon perros para tales menesteres; se desenterraba gran parte de la raíz cuidando de no tocarla con las manos, y se ataba el grueso rizoma al collar del perro, que era quien en último término acababa por desenterrarla. De la mandrágora oriental o macho, se decía que sólo nacía bajo los árboles en los que se había ahorcado a alguna persona. Junto a otras solanáceas como estramonios, beleños y tomatillos del diablo, las mandrágoras formaban parte de los ungüentos de las brujas, y la Inquisición y otras instituciones religiosas europeas llegaron a decretar localmente la destrucción de las poblaciones naturales de estas plantas.
Emilio Laguna
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