martes, 31 de agosto de 2010

Cádiz-San Fernando (por playas y salinas)

Casi todos los días me largo a la playa,  no sólo para darme un bañito, sino para caminar. Siempre tiro para Torregorda y vuelta por el mismo sitio. Pero hoy me dije que por qué  no seguía hasta San Fernando.
El primer tramo desde Cortadura a Torregorda lo hice por la playa. La marea estaba bajando. Había resaca. La orilla estaba repleta de algas arrojadas por la marejada.
En un momento me acordé de la araña de la duna. La volví a encontrar. Esta vez estaba en plena faena de envolver  a una de sus presas.

Cuando llegué a las instalaciones militares, continué mi caminata metiéndome por las revueltas de las antiguas  salinas.Incluso, en algunos momentos, tuve que atravesar canales (ahora llevan  poca agua).El viento de levante empezaba a soplar y aliviaba el calor.
 La vegetación, como era de suponer, estaba toda seca menos las halofitas que presentaban un buen aspecto en su medio salino. Pero me llamó la atención a lo lejos, en aquella sequedad de tono pajizo, la blancura de unas plantas. Eran los populares espárragos blancos (Asparagus albus) que ahora están en flor. Yo no los había visto nunca de esta forma. El tallo, aparentemente seco, lleno de flores blancas.
Es una Liliácea
En medio de la salina, una chumbera era otro toque de color.No sé como aguanta la salinidad. Estaba llena de frutos. Improvisé una escobilla y limpié los higos que cogí. Estaban un poco pasados de maduros, pero buenos.

Al borde de la carretera había  también chumberas de otra variedad (Opuntia dillenii )




Entre una cosa y otra llegué a la salina "Tres Amigos" (vamos, a lo que queda). Es una verdadera pena que dejen perder estos lugares. Hoy precisamente, un concejal, hablaba del tema. Le echaba la culpa a Costas, que ni comen ni dejan comer. Es decir, políticos mareando la perdiz.


Allí  estuve un rato hasta que me di cuenta de la presencia de unos flamencos en la otra orilla del Río Arillo.
Me llevé un buen rato contemplando la belleza de estas exóticas aves. Lo elegantes que son, en sus movimientos. a pesar de sus largas patas. Parecen un ballet cuando se mueven al unísono.
Por la hora que era, ya pasadas la una de la tarde, continué el camino por el arcén de la carretera hasta S. Fernando. Ahora sí que apretaba el calor. Cogí el autobús para Cádiz. Y hasta la próxima,  que espero  sea pronto. Será señal que sigo vivito y caminando.

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