jueves, 5 de agosto de 2010

RINOCERONTES EN LA VICTORIA


Si ayer me asombraron las sirenas, hoy, para no ser menos, me he encontrado a una pareja de rinocerontes blancos que jugueteaban plácidamente en la arena. Eran la madre y su pequeño retoño (lo de pequeño es un decir). Lo que también me llamó la atención, a parte de su presencia, era la indiferencia que mostraban los transeúntes. Estamos tan acostumbrados a todo, que no había nadie que le llamara la atención encontrarse a esos animales tan lejos de su hábitat. La gente iba, de aquí para allá, presurosa y ajena a lo que ocurría tan cerca.
No me explico cómo han aparecido por estos lares. No sé si ya se está produciendo una llegada de animales (con eso del cambio climático) en busca de nuevas latitudes o son  las mascotas que ha traído, algún audaz viajero, de tierras exóticas (hay gente para todo) y que aprovecha la extensión de nuestras playas para que se solacen un poco. Lo raro es que no aparecieran algunos de nuestros modernos policías locales, montados en esos pequeños todoterrenos que utilizan, correteando por nuestras playas y prohibiendo todo lo que haya que prohibir.

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