Ayer tarde, estando en la playa dándome un baño, me acordé, no sé por qué, de la Laguna de Medina. La relacioné con la Luna y en la fase que se encuentra. Me imaginé su luz reflejada en el agua y el fondo rojizo del anochecer.
No lo pensé dos veces. Me di una duchita y a las 8 y pico ya estaba en la carretera del Portal (un poco loco, ¿no?). Legué casi a lo justo de poder disfrutar de ese atardecer que buscaba.
Por supuesto que allí no había nadie. Ni el guarda.
Sólo el sonido y el color de la NATURALEZA.
Cuando el Sol desapareció, esperamos a la Luna. Desde luego que no me equivoqué, ni fue una locura, dar el paseíto que nos dimos. Mereció la pena. Y la Luna apareció sobre los olivos.
Lo que si lamento, es no haber tenido el material fotográfico necesario para plasmar, en unas fotos, lo que estaba viendo y sintiendo.
Para este tipo de fotografías hace falta ser un experto. Que yo no soy. Desgraciadamente para mí. (Tendré que apuntarme a algún curso o algo semejante).Así que, mi gozo en un pozo con la Luna y la laguna.
Me dije que, con toda seguridad, muchos poetas habrán escrito sobre estos momentos. He encontrado a nuestro poeta Antonio Machado. Ahí va lo de olivos, lunas y atardeceres:
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Olivares coloridos
de una tarde anaranjada;
olivares rebruñidos
bajo la luna argentada!
A.Machado
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