Entrando a Puerto Real (Cádiz), por la rotonda de Casines, he observado unas palmeras con muy mal aspecto. Parecen afectadas por el Picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus).
Originario de las áreas tropicales del Sudeste Asiático y Polinesia, este curculiónido está aumentando su área de distribución, habiendo colonizado la península Arábiga y detectado en Almuñécar (Granada) en 1994, donde miles de palmeras están sucumbiendo desde entonces al ataque de este insecto.
Es un gorgojo de la familia de los Curculiónidos, muy vistoso, con rostro alargado y curvado, de 2 a 5 cm de largo y 1,2 de ancho, de color marrón oxidado.
Las larvas no tienen patas y son de color amarillo marfil con la cabeza rojiza (5 centímetros en su máximo crecimiento) provista de poderosas mandíbulas.
Las hembras hacen las puesta en la corona de las palmeras. De los huevos salen las larvas, las cuales viven de 2 a 4 meses y pupa en un capullo realizado con fibras entrelazadas. Los adultos salen de ahí y siguen alimentándose del interior de la palmera.
Síntomas
La larva penetra por el capitel directamente al tronco, labrando galerías de hasta más de 1 metro de longitud.
Las galerías parten de la corona y se ramifican en el interior del tronco.
Las hojas centrales amarillean y se marchitan, de forma que en pocas semanas, la práctica totalidad de la corona se ve afectada originando la muerte de la palmera.
Si las galerías dañan la yema apical, la palmera muere.
Los síntomas se manifiestan con retorcimientos de las hojas más externas sobre el nervio central que adquieren un color pajizo o se caen.
Los daños causados por las larvas son visibles muy tarde, y cuando los primeros síntomas de infestación aparecen, son tan graves que resultan generalmente en la muerte de la palmera.
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